Fue el primero su gran amor ese
que le enseñó amar con el corazón: juntos vivieron las mejores veladas,
compartieron tardes perfectas entre risas y juegos infantiles, en especial en
la cocina mientras el preparaba pasta, la mejor que ella había podido probar,
tenían los mejores baños juntos, pues aunque cortos, podía sentir como la amaba
a través de su tez, mientras cada gota de agua recorría su cuerpo, el amaba su
cabello pues lo rizado de esa rubia cabellera le recordaba lo retorcido de sus
locas ideas, su intimidad era más que carnal. Así que una noche estando en cama
él le confesó con el alma desnuda y la mirada puesta en sus ojos, él le expresó
cuanto la amaba y al brillar sus ojos ella descubrió lo que era realmente el
amor.
Como toda historia gran historia
de amor, como Romeo y Julieta, como Helena y París esta no sería distinto. Una
noche de verano todas esas cartas de amor desesperado escritas a mano alzada
por aquel amante murieron como flor en otoño. Pues al amanecer ella no encontró
su regazo frente su almohada, el desapareció sin dejar rastro alguno de su
vida, solo encontró una nota en su buró que decía: Te ame como no podré
volver a nadie en la vida. Fue en ese preciso instante que ella sintió como
su corazón se caía pedazo a pedazo.
Tres años de ferviente amor no se
curarían con una noche de copas así de fácil, ni con amores pasajeros, pero aun
sabiéndolo, ella lo hizo, se ahogo en el alcohol cuantas veces le fue posible,
bailo muchas veces hasta el amanecer cuantas veces quiso, todo con la intención
de olvidarlo, besó cuantas bocas quiso he hizo el amor con cuanto hombre le
apasionó en múltiples ocasiones, con la intención de encontrar en algún hombre
aquel brillo inconfundible de sus ojos, ese que se alejó de ella sin razón
alguna, se marchó dejándole el corazón roto, sin explicación ninguna.
Ella sabe que no existe príncipe
azul, pues nadie es perfecto en ningún lugar de este misero mundo y ahora lo
había confirmado más sin embrago sigue buscándolo, rodando por ese misero
mundo, cada vez con las esperanzas más cortas, pero con la misma desesperación
entre sabanas, rostros, miradas, almas con la ilusión de un día encontrar esa
aquellos ojos que le enseñaron como mira el amor.
Un año después en una larga noche
regreso ebria a su departamento, decidió seguir bebiendo en suelo de su
recamará hasta el amanecer con una botella en sus manos bebió el ultimo trago y
esta resbalo de entre sus frágiles y temblorosas manos, al romperse el vidrio
en mil pedazos deslumbro brillantemente una imagen ilusoria de él, ¡era quien
tanto buscaba!, ¿Lo volvió a recuperar?, ¿Volvería de nuevo en sus brazos?,
desesperada entre risas, lágrimas y sollozos abrazó los pedazos entre sus
regazo, mientras ella caía rota, la sangre se confundía con el vino y el suelo
del departamento 218 se tiño de rojo escarlata habiéndose terminado la
desesperada búsqueda.
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