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VII Concurso del cuento corto, UNA CONFESIÓN MORTAL

 

Fue el primero su gran amor ese que le enseñó amar con el corazón: juntos vivieron las mejores veladas, compartieron tardes perfectas entre risas y juegos infantiles, en especial en la cocina mientras el preparaba pasta, la mejor que ella había podido probar, tenían los mejores baños juntos, pues aunque cortos, podía sentir como la amaba a través de su tez, mientras cada gota de agua recorría su cuerpo, el amaba su cabello pues lo rizado de esa rubia cabellera le recordaba lo retorcido de sus locas ideas, su intimidad era más que carnal. Así que una noche estando en cama él le confesó con el alma desnuda y la mirada puesta en sus ojos, él le expresó cuanto la amaba y al brillar sus ojos ella descubrió lo que era realmente el amor.

 

Como toda historia gran historia de amor, como Romeo y Julieta, como Helena y París esta no sería distinto. Una noche de verano todas esas cartas de amor desesperado escritas a mano alzada por aquel amante murieron como flor en otoño. Pues al amanecer ella no encontró su regazo frente su almohada, el desapareció sin dejar rastro alguno de su vida, solo encontró una nota en su buró que decía: Te ame como no podré volver a nadie en la vida. Fue en ese preciso instante que ella sintió como su corazón se caía pedazo a pedazo.

 

Tres años de ferviente amor no se curarían con una noche de copas así de fácil, ni con amores pasajeros, pero aun sabiéndolo, ella lo hizo, se ahogo en el alcohol cuantas veces le fue posible, bailo muchas veces hasta el amanecer cuantas veces quiso, todo con la intención de olvidarlo, besó cuantas bocas quiso he hizo el amor con cuanto hombre le apasionó en múltiples ocasiones, con la intención de encontrar en algún hombre aquel brillo inconfundible de sus ojos, ese que se alejó de ella sin razón alguna, se marchó dejándole el corazón roto, sin explicación ninguna.

 

Ella sabe que no existe príncipe azul, pues nadie es perfecto en ningún lugar de este misero mundo y ahora lo había confirmado más sin embrago sigue buscándolo, rodando por ese misero mundo, cada vez con las esperanzas más cortas, pero con la misma desesperación entre sabanas, rostros, miradas, almas con la ilusión de un día encontrar esa aquellos ojos que le enseñaron como mira el amor.

 

Un año después en una larga noche regreso ebria a su departamento, decidió seguir bebiendo en suelo de su recamará hasta el amanecer con una botella en sus manos bebió el ultimo trago y esta resbalo de entre sus frágiles y temblorosas manos, al romperse el vidrio en mil pedazos deslumbro brillantemente una imagen ilusoria de él, ¡era quien tanto buscaba!, ¿Lo volvió a recuperar?, ¿Volvería de nuevo en sus brazos?, desesperada entre risas, lágrimas y sollozos abrazó los pedazos entre sus regazo, mientras ella caía rota, la sangre se confundía con el vino y el suelo del departamento 218 se tiño de rojo escarlata habiéndose terminado la desesperada búsqueda.


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