Al borde del precipicio…
ella estaba por lanzarse, él la detuvo con los ojitos llenos de lágrimas y le dijo:
–Si mueres yo no tengo
ninguna otra razón para seguir aquí.
Le dio un fuerte beso y él se lanzó primero al vacío. Ella
estupefacta ante lo que acababa de
presenciar dio tres pasos hacia atrás, se quedó en silencio
reflexionando. Después de 4 largos
minutos se acomodó el cabello, dio un leve suspiro, y musitó para ella, para
el recuerdo de aquel hombre que había
acabado de saltar y para el frío viento que le soplaba el rostro:
–Está bien. Todo aquel que no tenga un buen motivo para vivir…,
debería morir. Dio un último vistazo, se
dio vuelta, y caminando se marchó del lugar.
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