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VII Concurso del cuento corto, EL REFLEJO DE TU INTERIOR

 


Cierto Día catorce, en el mes de julio nacía una bebé, la cual sería llamada coral, aquella niña fuerte y que su mayor virtud era amar intensamente, nunca se conformaba y siempre iba por más. Un día corría por los verdes campos llenos de flores, descalza, donde su vestido blanco era lo único que le importaba en ese momento, hasta que llego a una cabaña, sola y abandonada, allí se dispuso a descansar, donde abrió la puerta de la cabaña y se dio cuenta de que estaba deshabitada sucia, donde miró y dijo: ¿Cómo podría yo sola limpiar todo este desastre? Siguió caminando en su interior y mientras lo hacía sentía miedo, pues estaba sola en ese lugar, se dirigió a abrir la ventana en la cual entraba un pequeño rayo de luz, el cual era entorpecido por la cantidad de polvo y mugre qué se reflejaba, miro sus pies descalzos los cuales ya estaban negros de tanto caminar, aquellos pasos qué daba en dirección desorientada porque no sabía hacia qué parte de esa cabaña dirigirse, miro hacia el techo y vio como solo había telarañas, como una tela oscura descendía del techo y cubría gran parte, hasta que escucho una voz, una voz extraña qué le decía: coral, tan llena de amor por fuera y por dentro como esta cabaña. Ella salió aterrada ya qué se suponía que estaba sola, llego a su casa y se dio cuenta de que la voz, la cual había denominado anónima, tenía razón, pues su corazón se sentía así, y le pregunto a su madre: mamá, mamá, ¿cómo puedo limpiar mi interior si siento que está colapsando? Su madre no le respondió: solamente la abrazo, un abrazo profundo y largo del cual coral nunca quería salir. Cierto día Coral estaba decidida a volver a esa cabaña, así que fue a comprar lo necesario para la limpieza y empezó su viaje, llego y esta vez noto que la puerta estaba abierta, así que intrigada por ver quien habitaba y posiblemente el de la voz anónima entro sin pensarlo, y encontró un anciano vestido de blanco qué a pesar de que todo estuviera sucio y manchado él relucía y su brillo hacia qué toda la cabaña tuviera luz propia, con sus pies entumidos y con ganas de salir corriendo, decidió quedarse, repetía en su cabeza “mis dudas seguían siendo dudas, si no busco la raíz de la respuesta” se armó de valor y se quedó. Coral, lo que vez acá es el reflejo de tu vida, deshabitada porque no le das la importancia necesaria a tu vida, sucia porque no limpias lo que no te conviene, el pequeño rayo de luz es tu esencia donde se ve opacada por tus malas decisiones y querer encajar, tus pies descalzos y sucios porque has dejado de ser tú y hacer lo que amas, tus pasos son para irte por el camino que ya conoces, tus pies qué son tu arpa, tu instrumento, el techo es lo que dejas que se interponga entre tú y tu padre, y la tela refleja la venda qué a veces tú no quieres que se te sea quitada. Coral ya lo comprendía, mientras su corazón se comprimía por aquellas palabras, solamente respondió: Dunamis.

Fin. 


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