Carlos Alonso se dirige hacia su casa por la oscura
calle justo después de visitar el bar de mala muerte del pueblo. Camina
acompañado de la embriaguez del recuerdo, y, llegando a la puerta de su casa,
saca la llave de su bolsillo para después girarla abriendo la rústica madera,
sintiendo una delgada esperanza de verla una vez más detrás de la puerta; se
trata de Victoria, una mujer que conoció hace dos años atrás y que vivió con
Carlos Alonso en esta misma casa a la que el hombre estaba dando pie de
entrada. De cabello chino y rojizo, como un rojo envinado; así la recuerda el
hombre mientras camina por el interior de la casa estrellándose contra las
escenas que reproducen su ebria cabeza. Creía que enredarse en los nudos del
cabello de Victoria era como haberse enredado la vida junto a ella, y así fue.
Busca con poca dificultad el stand de los viejos
vinos en medio de la oscuridad del salón de recepción y dispone de uno que
lleva el nombre de la amada ausente, “un vino menos y un recuerdo más”,
piensa.
Mareado por el alcohol, Carlos Alonso se invade de la
tristeza que sintió cuando vio a Victoria irse de su vida, y más aún cuando el
amor de la mujer le fue arrebatado. Luego, al borde del llanto, el hombre
descorcha la botella de vino y sirve el espeso líquido en una copa de vidrio,
y, con las lágrimas deslizando su mejilla, vuelve a ver a Victoria semidesnuda
en la alfombra del salón, justo como la última vez que la percibió; las
palabras de despedida de la dulce y agitada voz de su amada todavía le resuenan
en los oídos, le resultaba despiadado para su corazón escuchar tal desamor de
los casi pálidos labios de la mujer, mientras, él estaba sobre ella terminando
de cortarle el cuello, para después recoger en la botella de vino vacía la poca
sangre que brotaba de la cortada, finalmente le puso la etiqueta con el nombre
de la mujer de cabello rojizo, un rojo envinado.
El sabor metálico en la boca de Carlos Alonso le
trajo la mente al presente, pues debe terminar el trabajo que había iniciado
antes de salir hacia al bar. El cuerpo de Julieta yace desangrado en la sala y
la nueva botella de vino está a su lado con la etiqueta del nombre de la mujer.
Carlos Alonso espera volver a enamorarse una vez más, después de todo es un
vino menos y un recuerdo más.
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