VII Concurso del cuento corto, TU SENTENCIA


 

Como a quien le pasa una cinta de recuerdos frente a los ojos, ella se quedó mirando con nostalgia los movimientos suaves y monótonos que hacían.

Esas palmas, que antes cargaban racimos de coco sin ninguna dificultad, ahora no soportaban ni el peso de una hoja. Habían perdido tanta fuerza y vitalidad que los solos roces del viento las lastimaban.

Al final, y movida por afanes ajenos, la nieta le retiró el documento de la mano y tuvo que escribir por ella: “Sí, autorizamos la sedación paliativa”.

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