Yo tengo una pequeña moneda, una
muy pequeñita. La cual en la mayoría de los casos siempre está de cara y eso es
bueno, pues esa cara es la que muestra el valor a la gente. Pero a veces mi
monedita se cae y muestra su cruz, revelando el otro pequeño 50% de ella. Es completamente
igual pero a la vez diferente. Es difícil comprenderla y a veces reprimirla. No
soy su mayor fan y tampoco me gusta ver cómo expone su cruz cuando se derrumba.
No puedo deshacerme de ella porque es mi monedita, pero ¿me gustaría? Mentiría
si dijera que sí, pero realmente es lo que me hace apreciar más la Cara que su
Cruz.
Tienen el mismo diseño y marcas,
con la diferencia de que mi Cara es conformista y a veces sutil, y mi Cruz es
extremista, muy irritable y bastante molesta. A veces incluso me planteo
cuestionarle cosas de la vida cotidiana, pero cuando lo hago, mi Cruz ya es consciente
de que igual voy a preguntárselo y me dirá lo de siempre. Es como el típico mosquito
con complejo de sombra, me sigue a todos lados y zumba en mi oído cada vez que
ve a alguien pasar, haciendo comentarios que yo no autorizaría y ella lo sabe
bien, pero los hace de todas formas, intentando tentarme a pensar como ella.
Pensamientos extraños y raros abundan en Cruz, pero por suerte aún tiene su
valor, su Cara.
Sin mi pequeña monedita, sería
incrédulo y torpe. Debo admitir que ella no está en este momento, pues me tomé
la libertad creativa de gastarla y escribir esta autoevaluación. De esta forma,
de manera sutil, te cuento una de mis pequeñas psicosis.
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