Recuerdo como si fuera ayer, aquel día en que la voz de la
abuela salvó mi vida.
Era un día despejado, el cielo
estaba completamente azul y yo iba por encima de las nubes, hasta que un avión enemigo me tomó por
desapercibida y empezó a dispararme; como aviadora experta había pasado por
muchas situaciones similares pero puedo decir que ésta fue una de las aventuras
más difíciles de cumplir, el Alcón Negro en ese momento se convirtió en mi
archienemigo, de forma estratégica para poder tomar ventaja, bajé de altura y
me intenté ocultar entre las nubes, estaban tan densas que casi no podía ver
nada. Entre la desesperación de intentar ocultarme, escuché una voz que me
llamaba por mi nombre, “Lina”, decía
la voz suave y melodiosa, por un momento me pregunté si había muerto, pero la
volví a escuchar y esta vez dijo “Lina,
sal de la máquina de coser que necesito trabajar”.
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