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VIII concurso del cuento corto, UNIVALLE CIRCUS

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VIII concurso del cuento corto, MÁS DIABLO CONOCIDO QUE DIABLO POR CONOCER

MÁS DIABLO CONOCIDO QUE DIABLO POR CONOCER Entonces saludé al diablo: «buenas noches —le dije sin mirar—. ¿Qué te trae por aquí?». Él no respondió, como siempre, arrastrando ese olor amargo, como cuando uno quema un caucho, y con los cachos rozando la pintura del techo. Hizo un ademán con la mano, sacudió la patas e hizo un cascareo en el piso, como cuando alguien baila carranga. En un frenesí de entusiasmo, me gritó: «Hoy por fin me firmaron el retiro». Finalmente tenía mi atención. Me sacudió esa sensación del miedo: las patas me temblaron, el guargüero me hizo ebullición, sentí la lengua más allá del paladar, fue como si se me desplumaran las nalgas. Después de más de una vida —muchos dicen que incluso más—, San Pedro le había permitido retirarse. «¿Y ahora?» lo cuestioné. Señor diablo, —Belial, Satán, Lucifer, Azrael o Chango— nunca supe cómo debía llamarlo. Lo único que sé es que solo sabe llevar la contraria. «No sé —respondió riendo— ir al carnaval en Rio, bailar en Juanchito, i...

VIII concurso del cuento corto, EN OTRO PLANETA

 EN OTRO PLANETA Mi nombre es Jackie. Tengo 12 años de edad. Desde muy pequeño, siempre me han apasionado las naves, los cohetes, los planetas y todo lo que se relacione con el espacio exterior. Mi gran sueño es poder conocerlo, pero por mi corta edad, cumplirlo es casi imposible. Un día, en mi escuela, se presentó un grupo espacial muy importante que reconocí de inmediato. Supe quiénes eran, ya que he estudiado mucho sobre los temas más allá de la Tierra. Adivinen a qué vinieron: a darle una oportunidad a un niño de toda mi escuela para llevarlo con ellos en una investigación en otro planeta. Al escuchar esto, no lo podía creer; tenía la posibilidad de hacer cumplir mi sueño. Eso que tanto había anhelado estaba tan cerca de conseguirlo. Para ellos, elegir quién los iba a acompañar en una misión a Marte era importante. Tenían que escoger al que estuviera mejor preparado y el que completara unas pruebas. Me esforcé durante meses, estudiando día y noche para sacar las mejores calific...

VIII concurso del cuento, CAMBIO DE CAMISETAS

 Cambio de camisetas Entrenábamos en una cancha de tierra. Cuando llovía, y casi siempre llovía, debíamos maniobrar con el balón por entre auténticos pozos de lodo. Mamá me mandaba con bolsas en los zapatos, y a los demás, si tenían bolsas, los mandaban igual. Yo me hice muy amigo de Héctor, el más alto y también el mayor de nosotros. Era el favorito, mío y del profesor, que lo solía invitar a su casa los domingos. A entrenar la mente, nos decía, mientras Héctor miraba en otra dirección. Héctor no jugaba bien los lunes. Se lo veía ir de un lugar a otro sin levantar la mirada del suelo, embarrándose los pies a propósito. Él no tenía mamá que lo mandara con bolsas en los pies. En lugar de mamá tenía al profesor, que le compraba los mejores guayos, y se los llevaba a la cancha, donde todos pudiéramos verlos, olorosos a nuevo. Héctor se los ponía de mala gana, como si estuvieran untados de mierda. Los miraba con desprecio y con desprecio los llevaba. Durante el entrenamiento parecía má...

VIII concurso del cuento, LA VERDAD QUE DICEN LAS GRULLAS

 La verdad que dicen las grullas Cuando la naturaleza empezó a corroer la vida: la lluvia se volvió enemiga, y no me quedó más que esconderme en la dicha de la espesura vegetal que me sirvió de refugio, donde me guarecía de la hostilidad del cielo que cada vez destruía más el mundo y me acurrucaba entre las extensiones de mi cuerpo famélico: dándome calor y un baluarte de amor, por si el arbusto crepitaba ante el llamado de la muerte. Y cuando los cumulonimbos terminaron de azotar con su fuego líquido y asesinar a los señores del bosque, fui salvado por la suerte de que unos y otros cayeran encima, sin llegar a aplastarme, sirviendo de protección para el frágil búnker. Al tiempo, me aventuré esforzadamente con mis pobres alas de hueso a una altura desde la cual se pudiera divisar el horizonte infinito, no conocía mi pretensión, pero, al final cuando llegué, solo intenté imaginar al dios que me había abandonado. Y de repente en el horizonte apareció el destello efímero que se fue co...

VIII concurso del cuento, MAYO SE PUDRE SOLO

 Mayo se pudre solo Siempre he odiado a mayo por ser el mes de los mangos, especialmente la última semana, cuando ya se ponen maduros. Cómo algo que le gusta a tantos a mí me repugna; cómo puede uno pensar que algo, supuestamente tan delicioso, atraiga a ese asqueroso insecto. Póngase a ver: cuántas pisadas con esas seis patas habrá dado sobre la piel de esa fruta; y dónde habrá metido ese hocico, del que esconde una larva y saca otra. Piense en eso, y que usted, al igual que yo, anida gusanos en el alma.

VIII concurso del cuento, DOS EXTRAÑOS

 DOS EXTRAÑOS No recordaba cuánto me agradaba Luis. Hace un par de semanas que nos estamos texteando, removiendo los recuerdos de la adolescencia en el colegio Fernández Guerra, cuando sólo éramos dos muchachos reprimidos y desorientados. A través de la pantalla, evocamos los encuentros fugaces detrás de las canchas de fútbol: ocultos en la hierba alta nos entregábamos sin vergüenza al placer de nuestro secreto. Sin embargo, cada vez que volvíamos hacia los salones de clases, nuestras manos se repudiaban y nuestros ojos despreciaban el choque ocasional con los del otro. Nos reprochamos el temor compartido de entonces y nos perdonamos nuestro pudor juvenil. Ahora, cerca de quince años después, añoramos encontrarnos en las calles, alejados de aquellos matorrales. Pero el miedo no ha desaparecido, ha evolucionado. Él recuerda mi espalda amplia, la suavidad de mi cabello negro, la ternura de mi piel, pero el tiempo es cruel y ahora sólo existe una barriga prominente, una tez áspera que...