LA CABAÑA DE LOS ALFILERES
¿Quién será el que moverá los hilos?
Antaño de una noche de invierno, cerca de un lago rodeado por un bosque de árboles altos e imponentes, maleza frondosa y húmeda como la neblina de aquella nevada, se encontraron dos pequeños hermanos desamparados, los pobres habían sido tirados en un costal, amarrados con una cabuya de mala muerte para ser arropados por la gélida brisa del lago hasta matarlos. ¿¡Que haremos!? Se preguntaban Martin y Emma brotando lágrimas de sus ojos, mientras caminaba en círculos en la preocupación por su hermana, Martin idearía un plan; siendo interrumpido por un gruñido del estómago de Emma, continuó caminando hasta volver a ser interrumpido de manera brillante.
— ¡Animal!—grita Martin
— ¡descarado! Ya he dicho que lo siento—refunfuña Emma
— ¡No! no me refiero a eso hermana mía, ¡se me acaba de ocurrir una idea!
Y así Martin le explico a su hermana el plan; ella se cubriría con aquel pobre costal a manera de zamarra mientras el buscaría ramas secas para prender fuego, luego se acercaría al lago y pescaría algo para cocinar. Su hermana lo nota un plan brillante al no tener que pensar más en devorar a su hermano.
— ¿Qué dices Emma?- pregunta extrañado Martin
— ¡Que anda por esas ramitas secas que esos peces no se harán solos!
El plan resulto de manera inútil, pasaron los minutos y los últimos rayos del sol ya se habían ocultado entre los árboles por lo que la esperanza de los hermanos yacía casi nula, en medio de la desesperación se abalanzaron ferozmente el uno contra el otro, podríamos reírnos de aquellos arañazos, patadas, ¿ahorcamientos con un costal? Bueno, fuera como fuere su enfrentamiento se ve interrumpido por una luz en medio del lago a lo que sorprendidos gritan
—¡¡fantasma!!—Corrieron a esconderse hasta que una voz los llamo, era un viejo pescador de aquel lago; pelo cortado a desnivel; barba desaliñada y mirada cansada, aquél los convenció de ir con él prometiéndoles comida y techo para pasar la noche, sin más remedio los famélicos hermanos aceptaron. Después de haber cruzado el otro lado del lago en la zona más nublada del bosque pararon en una cabaña con un letrero de colores desteñidos que decía <<La cabaña de los alfileres>> aquella cabaña era vieja y un poco grande entre los árboles, el pescador los dejo al muelle y después de verlos en la puerta se ajustó sus botas adentrándose en el lago.
Al entrar los pequeños fueron recibidos por la costurera; mujer joven, de apariencia bella pero de noche palidecía su juventud, iba montada siempre en un caballo de juguete y era la ama de llaves. Aquellas llaves eran unos alfileres los cuales solo podrían tener ella y el brujo dueño de la cabaña, de ahí se vería a él sastre en sus máquinas y él carpintero en su taller con los que los niños jugarían todos los días dentro de la cabaña.
Con el tiempo; entre las risas y los juegos diarios de los niños verían su espíritu cada vez más débil, como si estuvieran muriendo.
—estaremos bien ¿no Martin?
—calma Emma, yo te protejo—aclara con una sonrisa mientras ella reposa en sus brazos y duerme
Un día la pequeña después de una pelea con su hermano, decidiría recorrer la cabaña pensativa a lo que curiosa descubriría que esto sería debido a los miembros de la cabaña que; bajo el control de sus almas por parte del brujo, buscarían quebrar a los pequeños mientras el titiritero y creador de muñecos de trapos crearían los de los niños y así el brujo vudú pudiera absorber sus almas.
—No debiste haber visto eso—resuena una voz en las paredes de la cabaña, solo para Emma
La pequeña busca a su hermano y decide contarle pero este no le cree—perdón Martin, pero me iré con o sin ti—En búsqueda de escapar la pequeña asesinaría al brujo agarrando el alfiler de la puerta principal aunque muriendo junto al pescador en el acto, para mantener el espíritu de su hermana dentro de la muñeca la ama de llaves controlaría la cabaña y el hermano se convertiría en el nuevo pescador.
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