EN OTRO PLANETA
Mi nombre es Jackie. Tengo 12 años de edad. Desde muy pequeño, siempre me han apasionado las naves, los cohetes, los planetas y todo lo que se relacione con el espacio exterior. Mi gran sueño es poder conocerlo, pero por mi corta edad, cumplirlo es casi imposible. Un día, en mi escuela, se presentó un grupo espacial muy importante que reconocí de inmediato. Supe quiénes eran, ya que he estudiado mucho sobre los temas más allá de la Tierra. Adivinen a qué vinieron: a darle una oportunidad a un niño de toda mi escuela para llevarlo con ellos en una investigación en otro planeta. Al escuchar esto, no lo podía creer; tenía la posibilidad de hacer cumplir mi sueño. Eso que tanto había anhelado estaba tan cerca de conseguirlo.
Para ellos, elegir quién los iba a acompañar en una misión a Marte era importante. Tenían que escoger al que estuviera mejor preparado y el que completara unas pruebas. Me esforcé durante meses, estudiando día y noche para sacar las mejores calificaciones. No dormía simplemente pensando en que tenía que ser yo. Después de mucho tiempo, llegó el día de la prueba final. No fue fácil para mí; tenía en contra a Stiven, un niño tres años mayor que yo, que también se había estado preparando mucho. Lamentablemente, solo podían llevar a uno. Tenía mucho miedo de quedarme por fuera. Después de una hora, Stiven entregó su examen, cuando yo apenas iba por la mitad. Me sentí frustrado; pensé que todo mi esfuerzo había sido en vano. Después de tres horas y media, entregué mi examen y me fui a mi casa triste.
Cuando ya me iba a dormir, recibí una llamada: ¡eran ellos! Había ganado. No me lo podía creer. Era tanta mi emoción que no respondí nada a la llamada. Después de que mi madre me hiciera reaccionar, dije que estaba muy contento y feliz, que no se imaginan cuánto había soñado con eso. La semana entrante salimos de la Tierra rumbo a Marte y ahí estaba yo. No me creía que a mi lado iban mis ídolos, que yo estaba montado en una nave espacial después de tanto esfuerzo, después de sacrificar días de juegos, noches sin dormir y vacaciones. Después de todo, valió la pena. Al llegar a Marte, me tomé mil fotos. Estar sin gravedad al inicio da miedo, pero ya después era muy divertido todo. Vi paisajes inimaginables. Al regresar a casa, no paré de hablar un minuto de todo lo que había vivido. ¡Fue increíble! Cuando llegué al colegio, era el más popular. Todos querían que les contara de mi experiencia, que les mostrara fotos, que les dijera cómo se sentía estar en otro planeta.
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