SELVA DE CEMENTO
Había transcurrido un mes desde su último encuentro, Don Gato y la señora Tigresa anhelaban por fin volver a verse. Esa noche, alguno de los dos debía tomar la iniciativa. Don Gato, consciente de que esta era su última vida, tomó valor y atravesó el salón. Mientras caminaba, de manera sutil, le entregó una tarjeta a la señora Tigresa, quien la ocultó rápidamente entre el fino mantel de seda que adornaba la mesa ¡Era un mapa!, la “X” marcaba el lugar del encuentro.
Su pasión siempre fue así: misteriosa, un secreto desbordante. Los dos sentían admiración el uno por el otro, algo realmente difícil de encontrar en la densa y vasta selva de cemento.
Entonces, ocurrió. Nadie lo esperaba, un grupo especial entró y se llevó a Don Gato, aún no se sabe qué pasó, parece que lo involucraban en la muerte de un ratón, todo era un misterio.
Finalmente fue liberado, las autoridades no tenían pruebas, todo fue un montaje; Don Gato retomó la libertad nuevamente, pero era tarde, Tigresa ya había regresado a la sabana, habían pasado 10 años.
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