TE VI PASAR...
Y te ignoré, como hicimos la otra vez; las otras veinte ocasiones que nos encontramos a la semana, o al día, tal vez.
Es claro que no te busco y tú vacilas esa idea, aunque saludes a mi madre, eufórica, cada mañana observándome con mucho disimulo, mientras tomo un tinto antes de salir.
Ojalá volver a ser la pareja de antaño que caminaba bajo la lluvia del guayacán florecido en primavera. Pero aún sigo viendo en tu iris, el ámbar de la hoja marchita que dejé al traicionar un juramento. Aquel, que hice en un altar.
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