EL ECO DEL ADIÓS.
El día en el que Sophia se dio cuenta de que todo había terminado, el viento parecía susurrarle
una verdad que ella no quería escuchar. Su relación con Alejandro había sido un torbellino, una
montaña rusa de emociones que le dejó el alma en carne viva.
No había durado mucho, pero el impacto fue devastador, como una tormenta que arrasa con todo
a su paso, dejándola sola con su bebé en brazos.
En las noches más frías, Sophia revive cada una de sus palabras. “NO PUEDO SEGUIR” le
había dicho Alejandro, con una frialdad que helaba más que el invierno afuera.
Llevándose su ropa y sus pertenencias después de su partida, el vacío se convirtió en su
compañía y la tusa se instaló en su pecho, enredándose en su corazón por más de un año. El peso
de su ausencia se sentía como una carga imposible de soltar.
Sophia se vistió de luto perdió su brillo, se fue opacando dejó de sonreír, de salir, dejó de
sentirse cómoda con ella misma comer y dormir se le hacía cada vez más difícil. Las noches
eran largas y abrumadoras.
Con el tiempo, las verdades empezaron a salir a la luz, Sophia descubrió que Alejandro no se fue
porque no podía con la responsabilidad de ser padre, sino porque había preferido serlo para el
hijo de otra mujer. Dolía pensar que él había decidido llamarse padrastro antes que papá. El
enojo, la tristeza y el desconcierto se mezclaban en su mente.Las malditas preguntas surgían ¿Por
qué ella no fue suficiente? ¿por qué con ella si y porque conmigo no? ¿ Qué culpa tiene nuestra
hija? ¿por qué no la quiso si era su primera hija? Este tipo de preguntas rondaban en sus
pensamientos como una mosca que no se podía ahuyentar.
El dolor consumía a diario a Sophia, pero ella tenía una fortaleza interna que ni siquiera ella
conocía hasta ese momento. Se levantaba cada mañana con su bebé sabiendo que, aunque el
amor de su vida la había abandonado, ella tenía un nuevo amor por el cual luchar: su hija. Poco a
poco, comenzó a reconstruir los pedazos. Que Alejandro había dejado esparcidos. Prometió que
por su hija y por ella misma, no volvería a permitir que alguien la hiciera sentir tan pequeña o
que la hicieran sentir que no era suficiente.
Fue un proceso lento y bastante tedioso Sophia poco a poco iba recuperando más de su vida. Se
encontró con dos personas maravillosas una es su amiga Catalina la cual la empoderó la hizo
salir a comprarse ropa, zapatos, arreglarse el cabello y volver a conocer personas ponerse
siempre como prioridad y su actual pareja la valora y la trata con el respeto que siempre había
merecido. Cuando Alejandro reapareció, buscando retomar lo que había destruido, Sophia se dio
cuenta de algo. El hombre que alguna vez había amado no tenía cabida en la vida que ahora
estaba construyendo.Y ya no había espacio para él.
“QUIERO VOLVER” le dijo Alejandro una tarde, con una expresión que intentaba ser de
arrepentimiento, pero Sophia ya había aprendido a no confiar en las palabras vacías.
“YA ES TARDE” le respondió ella con calma.En su voz no había rencor, solo la certeza de una
verdad que ella ahora entendía con claridad: Alejandro ya no tenía el poder de herirla. Su
corazón que alguna vez le perteneció, ya había encontrado la paz en otro lugar
Alejandro intentó convencerla, pero Sophia no dio marcha atrás a su decisión. Su mirada estaba
fija en su presente, en la nueva persona que ahora la acompañaba, en su hija que crecía y no lo
necesitaba ya no había marcha atrás.
Con el paso de los días, Sophie se dio cuenta que el verdadero poder no estaba en aferrarse en el
pasado, si no en dejar ir. y mientras veía a su hija dar sus primeros pasos, entendió que cada
cicatriz le había llevado hasta ese momento. alejandro un eco, un sonido que alguna vez fue
ensordecedor, pero que ahora solo era eso: un eco distante que se desvanecía.
Sophia sonrió. sabía que las historias de amor no siempre tienen un final feliz , pero eso no
significa que no puedan tener un nuevo comienzo.
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