LA CITA, EL CAFÉ Y LA BALLENA JOROBADA
Aquella tarde, sentada en el sillón de la espera, Agnes observa cómo el mundo puede cambiar cuando atraviesas una puerta. Es un caluroso Septiembre, así que al entrar a este lugar se pueden observar rostros llenos de ilusión, empoderamiento y deseo. A la salida, las impresiones faciales son de agotamiento, estrés e incluso de largas despedidas acompañadas de un café.
Cada persona lleva algo en su espalda: desde una mochila con agua y una sombrilla hasta emociones difíciles de controlar. Entre las personas hay conversaciones profundas, pero también superfluas. Agnes, se mantiene sentada, esperando una cita para entrevistar a una mujer que admira por su gran capacidad de analizar e interpretar el comportamiento a través de la mentalidad de las personas.
De repente, Lucía, una joven, se sienta a su izquierda. Tiene un semblante de intranquilidad y menciona que ha llegado tarde porque tomó decisiones previas de las que no se siente orgullosa, y que incomodan mucho a su entorno. Resulta que su café no quedó con el sabor que a ella le gusta porque su pareja olvidó comprar el grano de café. Tuvo que ir hasta la tienda porque su esposo salió a trabajar y milimétricamente, el proceso para lograr la taza que a ella le agrada no bastaría con el que tenía en casa, y ese es un tiempo de productividad perdido. Por lo que, su rutina cambió notablemente.
Agnes, piensa que es una situación sencilla pero a la vez compleja, porque en su caso habría tomado otra alternativa pues en ocasiones surgen cosas que se salen de tu control y está bien, existen soluciones, pero es algo que es importante para Lucia, por lo que Agnes, menciona: "Seguramente, tu café es delicioso, nada más placentero que disfrutar el gusto de una taza de autor."
En seguida, otro joven entra a la sala. Su nombre es Saúl. Se sienta tímidamente, abrió su mochila y sacó un libro sobre las ballenas jorobadas. Lucia le habla porque quiere saber el orden de las citas de ingreso. Él responde de forma puntual y sigue en su lectura. Mientras Agnes y Lucia siguen manteniendo una conversación profunda y fluida. En un instante, suena la alarma de incendios. Todas las personas salen. Todo ocurre de inmediato. Hay una fuga de gas en la cafetería central, grita alguien. Todas las personas deben estar tranquilas para que podamos salir sin problemas, menciona Agnes.
Sin embargo, al casi todos estar fuera, se percatan de que Saúl ha decidido no salir. Agnes regresa y nota que él realiza movimientos repetitivos, pareciera como si estuviese en su mundo, y no la escuchara. Se siente con impotencia, ya que no quiere saber cómo calmarlos y que no salga por la fuerza.
En este momento, se siente una voz apacible que dice: Saúl, recuerdas el ciclo natural de las ballenas jorobadas y cómo estas buscan refugio y seguridad en los lugares conocidos". En ese significativo instante las facciones de su rostro cambian, quita las manos de sus orejas. Mientras lo describe, empieza a conectar ideas, asimila la situación y logra salir con tranquilidad. Agnes piensa que esa escena fue mágica. Esa voz era su cita tan esperada, y se conmueve en pensar cómo sus palabras hicieron la diferencia en una conexión tan única y real.
Mientras tanto afuera, hay filas de personas. Cada una está en el orden de cita. Hay un espacio para Saúl porque Lucia logró tranquilizar a las personas de afuera y los organizó para que coincidieran con los datos de llegada y revisaran que todos estuvieran bien. Los equipos de emergencia ya controlaron la situación. El espacio estaba en calma. Agnes logró su tan anhelada entrevista. La admiración estaba enfrente, y de ella en su mente guarda la frase: "No solo debes sentir, sino entender. Cada puerta que atraviesas es una experiencia que se percibe de forma diversa. Cada persona es un mundo único, diferente y muy valioso".
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