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Quinto Concurso de Cuento Corto: De vuelta al Camino Latente

 


Era un sábado dentro de un caótico año, Camila abrió los ojos acostada en su cama y se quedó mirando fijamente el techo blanco y liso encima de su cabeza. No tenía ese día ninguna motivación o plan que la impulsara a dejar las cobijas y realizar las actividades cotidianas con su energía y buen ánimo característicos. Ese día realizó las tareas que normalmente emprendía de forma autónoma sin requerir de alguna orden, aun así la acompaño durante todo el día un sentimiento de desgano. En horas de la tarde de aquel sábado recibió una nota de voz, esta iba de parte de Alexis, un buen amigo suyo y decía básicamente:

-Buenas noches, Camila, espero que te encuentres muy bien, vamos a ir a montar bicicleta mañana con Jacob, ¿te gustaría ir?


Camila lo pensó un buen rato, ya que sus padres no se encontraban en la ciudad y por estos últimos meses se rehusaba un poco a hacer planes con amigos. Sin embargo, ella decidió aceptar la invitación. El domingo se despertó muy temprano, preparó la bicicleta y la ropa más cómoda para este tipo de salida, confirmó con sus amigos el lugar y hora de encuentro. Al verse con ellos se sintió entusiasmada albergando la idea inamovible de estar a punto de disfrutar un relajado paseo en bici.


A unos minutos de haber arrancado en sus bicicletas Camila sintió un ligero cansancio, pero sentía la obligación de ir al ritmo de sus amigos. Estos notaron que al recorrer unos metros más ella estaba exhausta, pero no fue hasta cuando dijo:


-       Por favor, paremos que estoy muy cansada.


Que se hicieron a un costado de la vía para descansar, tomar agua y volver a la vida, en el caso de Camila.


Este paseo en bici que parecía en su inicio aparentemente suave se tornó infernal. Camila luchaba con su propio cuerpo para hacer andar esa pesada bicicleta que entre otras cosas no era el “burro” ideal para subir trayectos montañosos como el que recorrían. En cada una de las subidas su fuerza de voluntad por continuar se ponía a prueba, pero sus amigos decidieron dejarla ir adelante para andar a su paso, Jacob y Alexis le daban palabras de ánimo en los trayectos más críticos para que no desistiera de pedalear. Hubo dos subidas en particular que la dejaron totalmente agotada y con la mente al límite.


Luego de una hora llegaron al puente que marcaba el fin de ese inesperado paseo en bici. En un puestico de jugos se detuvieron a disfrutar de un refresco de mandarina bien frío y charlar un poco de que era de la vida de cada uno por estos días. Con el cuerpo un poco más reposado se dispusieron a bajar y regresar a sus casas, ya que tenían cada uno otras cosas por realizar en ese domingo.


En unos quince minutos ya estaban de nuevo en la zona plana de la carretera y en poco tiempo pasaron cerca a la casa de Camila, entonces llegó la hora de la despedida. Se dijeron entre ellos:


-Quedamos pendientes para realizar la próxima salida.


En lo que quedaba de ese día, que aún eran bastantes horas, Camila se preguntó: ¿Por qué a pesar de que sufrí tanto en esa montada en bicicleta, me siento tan dichosa?


La sensación a pesar de no haberla experimentado en mucho tiempo le fue familiar, ya lo había vivido hace unos años, de inmediato retorno a su mente esa idea de intentar algo que no había querido realizar en aquel tiempo. A partir de ese día se encendió una chispa en su ser, en su forma de vivir los días de ahí en adelante. Ya no aceptaría más seguir en la corriente de una vida aburrida. Ese día fue con certeza el primer paso para el gran cambio que se avecinaba sin que Camila lo presintiera conscientemente.


Shanura



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