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Quinto Concurso de Cuento Corto: Un día de clases…


 

 

La gata miraba las aves que se acercaban a la ventana, con sigiloso silencio, con detenimiento, como un león al acecho. Aunque la ventana estaba cerrada pareciera que el cristal no importara, que no estuviera allí. Cuando intempestivamente dio un salto sacando su garras con un instinto asesino, cazador, pero chocó con la ventana estrepitosamente haciendo un fuerte ruido que terminó por despertarme, dándome un buen susto.

 

Afortunadamente sucedió, porque de lo contrario no me hubiera despertado. Desde la noche anterior pongo el despertador, pero pelear con la almohada es cosa complicada para mí. La mayoría de las veces gana la almohada, porque sus golpes me noquean profundamente. Y allí en medio del susto y la agitación empecé a comprender que la causa de todo era mi gata: Minerva.

 

-       ¡Hay Minerva! Tu siempre tan traviesa….

 

Yo reía mientras la acariciaba. Ella por su parte ronroneaba

 

Miré el reloj asimilando que era un nuevo día, martes, no era un sueño simplemente existía. Entonces caí en cuenta que era tarde, porque tenía clase de la universidad. Pero era tan tarde que no había tiempo para acicalarme, para bañarme y arreglarme, simplemente debía reaccionar.

 

Salté de la cama hacia la mesa donde estaba mi computador y lo encendí. Yo estaba impaciente porque la clase era a las 7am y eran ya las 7:20am. Mientras esperaba a conectarme mi pierna se movía involuntariamente como acosando el computador. Hasta que, por fin, me conecté a la clase. La conexión era por medio de una videoconferencia. El profe ya había comenzado y hacía una verificación de la asistencia. Coincidencialmente me llamaba a lista, y yo estoy en los últimos lugares

 

-       Presente

 

A lo que el profe me pidió:

 

-       Por favor encendamos la cámara, es importante que nos veamos en clase…

 

Yo desde luego no estaba en condiciones presentables. Ni siquiera me había peinado, ni lavado la boca. Por lo que se me ocurrió decir:

 

-       Profe mi cámara está averiada, no puede encender. El profe amablemente asintió y dijo:

 

-       Bueno lo importante es que estas en conexión con la clase. 

 

En la clase había 25 personas conectadas y debíamos dar cuenta de unas lecturas. Yo tenía claro mis apuntes sobre las lecturas. Pero realmente me produce muchos nervios hablar en público. Aunque no me ven porque la cámara está apagada, me causa ansiedad, angustia.

 

El profe daba la explicación, yo al mismo tiempo miraba mis apuntes y chateaba con mis compañeros comentando que el maestro no se demoraba en hacer un sorteo para escoger quien de los alumnos explicaría las lecturas con él. Cuando en la mesa subió Minerva buscando que la consintiera, se empezó a pasear frente a mí exigiendo atención, yo le decía:

 

-       Minerva, déjame ver…

 

Ella ronroneaba plácidamente y se paseaba de un lado al otro sobre el computador.

 

-       Mira, hermosa gatica, déjame ver la clase, mira que es importante. Le decía mientras la acariciaba.

 

El profesor dijo en ese momento:

 

-       Parece que ya se le arreglo la cámara… Qué hermoso gato… creo que quiere estar en clase con nosotros.

 

Supe de inmediato que me estaba hablando a mí. Mil colores se subieron a mi cabeza, con gran vergüenza. No había notado que la gata había activado la cámara y el micrófono.

 

Logré apagar la cámara de inmediato, y pude acostar a Minerva junto al computador sobre la mesa mientras seguía ronroneando de alegría. Y dije:

 

-       Su nombre es Minerva, es la reina de la casa. Sí profe, a ella le gustan las clases, siempre me acompaña. Parece que presta mucha atención, hasta ronronea… jejejje

 

El profe y mis compañeros disfrutaron del momento, algunos comentaban por el chat de clase lo hermosa que es mi gata. Pero me cambió el rostro cuando el profe dijo:

 

-       Bien parece que Minerva quiere que tú hables hoy sobre las lecturas, hoy no haremos el sorteo… quiero intervengas en la clase…

 

Yo como pude, reaccioné y dije:

 

-       Listo profe…

 

Inexplicablemente, junto mi gata Minerva pude hacer la mejor explicación e intervención, sintiéndome en una experiencia casi mágica. Minerva seguía junto a mí. Y esta vez simplemente era mi corazón el que ronroneaba alegremente…

 

Por: Ozkr*




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