Quinto Concurso de Cuento Corto: ESTUDIAR O SOBREVIVIR

 

 

Soy Francisco y no les voy a hablar de pesares, pero sí de mi realidad, quiero hablarles de la primera vez que entendí lo que significaba en este país, venir de un lugar en específico, no se preocupen, que si no lo saben yo se los puedo explicar, antes, las cosas solo giraban alrededor de mis amigos y el colegio, descubriendo mi personalidad y gustos.


 

Todo cambio el día que me gradué de once, sentí inmediatamente el peso de la vida, la presión de ser un joven de 18 años y no solo por no saber que estudiar, sino que, por otro lado, no tener un peso para ingresar a alguna institución, adicionalmente con un IQ pésimo que no me daba para una Universidad pública, aunque, que se podía esperar, si recibí educación deficiente en un colegio rodeado de otros jóvenes de sectores deprimidos y hasta sin desayuno, ¿quién se podría concentrar así? además, la presión de mis padres con ayudar en la casa, lo cual es entendible porque no les alcanzaba, si mucho, para alguna cuenta y alguna comida y la presión del gobierno para llevarme a prestar servicio militar.


 

Se siente como el fin del mundo, como que no tienes opciones, solo acciones, solo queda aterrizar y soñar con ser psicólogo o médico, porque en esta vida no tendrás esa oportunidad. Un día leyendo una revista, me encuentro con que si puedo estudiar que hay una institución que ayuda a la juventud, maneja recursos del estado y lograra fácilmente darme ese título que sueño, pero vaya caída que tuve, cuando los requisitos y la cuota, serian inalcanzables para mis progenitores, no nos alcanzaba para comer, además hay que tener en cuenta que tengo más hermanos y las cuentas no se pagan solas.


 

Solo tenía una opción, tenía un contrato al frente, salario mínimo, termino fijo, 12 horas, diferentes turnos, de lunes a domingo, no me malinterpreten, me gusta trabajar, pero si alguien quiere estudiar con qué dinero, tiempo o ganas lo va a hacer, bajo esas modalidades de empleo.


 

Me di consuelo, tal vez mi destino es trabajar y ahorrar para empezar a estudiar a los 25 porque se supone que no podemos quejarnos, que somos nosotros los que labramos nuestro destino y todas esas charlas de motivación o de emprendimiento, que solo te dicen que eres pobre porque quieres, tu eres el perezoso, mugriento que no quiere tener nada en esta vida, pero cuando de verdad te fijas, lo dicen aquellos que han tenido alguna ayuda, herencia o apoyo en su vida, es decir, la carrera la empiezan con un poco más de ventaja que otros.


 

Las decisiones se vuelven complejas y entra la duda, si dejar la tierra, probar en nuevos horizontes, ya que hay más oportunidades y al menos se puede tener una calidad de vida más digna y fructífera, así no pueda ver a mis seres queridos y tener que sufrir humillaciones, racismo y ultrajes. Porque no nos vamos a decir mentiras entre más colorcito tengas en la piel, la sociedad procura despreciarte más, uno se da cuenta por el trato que te dan, si te comparas con alguien de tez blanca. Nunca entendí eso, porque realmente he conocido que el corazón del hombre puede ser tan negro como blanca su piel.


 

Un día salió el negocio, tenía miedo claro, pero que más podría hacer, sin estudios, no me contrataban en nada y lo único que podía era intentar ganarme la vida, en general era sencillo solo tenía que entregar unos paquetes, vender unas muestras, el horario no era muy agradable y la clientela un poco pesada, pero al menos ayudaría a ahorrar un poco más para empezar mis estudios.


 

No fue sino hasta que vi como mataban a puñal al compañero con el que vendíamos los paquetes, que decidí que mejor esa profesión no era para mí, desconsolado, rechazado y sin un peso, me vi allí con 21 años, pasando de trabajo en trabajo, recolectando para las cuentas del mes, la gasolina, una deuda de una moto que saqué y ayudar a mis viejos. Así murió mi sueño de estudiar, pensando que tal vez a mis hijos algún día otro futuro les podre dar.



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