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Quinto Concurso de Cuento Corto: Edipo moderno

 

La maga

Manuel se acerca al cuarto de Isabel y corre lentamente la cortina que hace de puerta protegiendo a su intimidad. La observa durante un breve tiempo, de espaldas y desnuda. Ella no lo siente entrar. Anhela desde hace mucho un abrazo sincero y profundo por parte de cualquier hombre.



Él se aproxima lentamente y le acaricia la espalda. Le huele el cuello y besa los hombros. Junta su cuerpo al de ella apretando las caderas desnudas de su madre contra su erecto miembro. Sus manos suben lentamente hasta sus senos. Chupa las pequeñas carnosidades ovaladas que sobresalen al igual que cuando era un niño. Ahora, sus ásperos y grandes dedos, buscan la vulva que lo parió. Cree seguir recordando su olor. La encuentra extasiada, húmeda y cerrada. Poco a poco, la palpa y separa con delicadeza los pliegues carnosos de su entrepierna sumergiéndose en una viscosidad profunda y tibia. Isabel gime casi en un murmullo para no alertar a los vecinos.



Sus piernas abiertas esperan recibirlo de nuevo. Él sigue lamiendo y mordiendo el cuerpo de su madre. Los dos yacen ahora desnudos uno encima del otro en medio de un compás erótico. Manuel la aprieta contra su pecho y besa de forma frenética. Se asombran por la delicia sensorial compartida entre los dos. La verga húmeda entra y sale lentamente por el agujero chorreante de Isabel. Los dos se funden en un gran abrazo, ahogados, madre e hijo, entre saliva y gemidos de placer. Sentí que merecía volver a ser amada. El respeto que yacía muerto en mi renació gracias a él.



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