Esta mañana, durante el desayuno, mamá me dijo
que me fuera, que la dejara descansar. La verdad no entendí sus palabras, ella
siempre es muy tierna conmigo. Tampoco entendí su rostro: esas grandes ojeras,
los ojos rojos. En el colegio no me fue muy bien hoy. Quise contestar a las
preguntas de historia (es mi materia favorita, me la paso viendo documentales y
leyendo crónicas) pero parece que la profe no vio mi mano estirada ni una de
las cinco veces que la levanté. Y además, casi no hablé con nadie, solo me
saludó María y eso que ella nunca me saluda, porque cuando me ve se pone roja y
sale a correr. Pero hoy me vio y sacudió el brazo para ambos lados, con la mano
abierta y la palma de frente. Luego, como siempre, salió a correr.
Acabo de volver a casa, reviso los mensajes del
teléfono que ayer no alcancé a ver: subí a la gran montaña en bici y bajé muy
rápido, me cansé mucho y dormí temprano. María me escribió: Nunca tuve el valor
de decirte que siempre te quise y le pido a dios que te diga lo que siento y me
deje verte una última vez.
Creo que pronto me iré, no sé a dónde, pero lo
mejor es que deje descansar a mamá.
Comentarios
Publicar un comentario
Tus comentarios enriquecen nuestra Biblioteca ¡Gracias por Visitarnos!