Quinto Concurso de Cuento Corto: El devenir de un indiferente

 


Nomad

 

Al final, en medio de este inclemente clima, mientras mi vida se esfuma en un charco de sangre y todo está inmerso en un profundo silencio me visita el terror. En efecto, ahí fuera hay tormenta pero aquí dentro hay tormento. Mi alma solo puede recordar una mal llamada -en mi caso y en el de muchos- vida. Solo una enorme angustia y un pensamiento recorre esta mente: «¿Por qué tan tarde?» Nunca algo me causo tanta tortura, ni esta situación, ni el cuerpo mismo que el descubrimiento de una vida vacía, el poner al descubierto el absurdo en el que viví. Yo, que nunca me entusiasme por algo ahora con una esperanza asquerosa espero sobrevivir a este epílogo.

 

Permítaseme, viajar al pasado y recordar mi existencia un testimonio de alguien a quien nunca conocerán pero sin lugar a dudas la historia de muchos. ¿Para qué señalar una fecha y lugar a la historia que voy a contar? Basta con decir que nací en una nación dominada por otros en el seno de una familia amorosa de clase alta donde lo tuve todo, cualquier deseo o necesidad fue saciada casi de inmediato. Nunca sentí hambre, nunca observé a escondidas en la oscuridad a mis padres llorando, nunca estuve más de dos días tumbado en la camilla de un hospital, nunca me preocupé por trabajar. Mis días trascurrían entre anaqueles nutridos de libros, que otros llaman el universo, y juegos con Lysis en el jardín. Esa era mi realidad.

 

Es evidente que en toda la historia de la humanidad ha estado presente, para bien o para mal, el sufrimiento y la muerte, mi tiempo no era distinto. La mayoría de los habitantes perecían a causa de hambre, de explotación y de otra finitud de problemas ¿Cómo pedir a un hombre que entienda lo que de ninguna manera conoce y no le interesa indagar, comprender o vivir? Mi realidad era una burbuja, un idilio sin sombras y sin riesgos ficticio en la que me era indiferente los otros a los cuales no me unía nada. Ahora eso parece mentira yo estaba más cerca de una indiferencia absoluta de lo que creía.

 

En una ocasión, cuando ya nuestros días se contaban por muchos, mientras caminaba con Lysis bajo el mar de estrellas me dijo: «Desearía seguir en este caminar juntos eternamente, te…» Lo cierto es que durante mi existencia, hasta ahora, conocí a muchas mujeres. Era lo suficientemente atractivo y entendía bien este arte pero nunca sentí nada trascendental, nada profundo, más allá de la inclinación sexual, del deseo intenso. Esta no era la excepción, desde niño la conocía y nunca me atrajo su cuerpo así que le respondí frívolamente: «Ese caminar juntos no me interesa ni me importa, nada es para siempre.» Lysis sonrío alegremente y dijo: «Tienes razón.» Y seguimos caminando. Entendí aquella mascara pero pensé que no era importante que para mañana nada cambiaría, ella se olvidaría de aquella ilusión y seguiría a mi lado. Qué ingenuo. En aquel tiempo no la amaba pero por algo que se preparaba en el silencio de mi corazón quería estar presente en su vida. Aquel mañana fue igual que ese ayer. Pero la gran suma del tiempo nos distancio y ella hizo su vida lejos de mí, incluso escuché rumores de un matrimonio. Espero que Lysis esté bien merece ser feliz.

 

La fortuna es cruel y por eventos que quiero olvidar lo perdí todo, mis riquezas, a mis padres y a ella. Ahora, vagando en las calles buscando que comer y sin saber ninguna profesión tuve que robar. Escuché un gran sonido y de pronto en la acera me hundí. Nadie vino a mi auxilio, irónicamente mi yo de antes tampoco lo hubiera hecho. Ahora lo escucho, es el latido de una batalla. La lucha de mi cuerpo por sobrevivir. Ya no queda más que aguardar con resignación pues mi porvenir es la muerte. Lo he perdido todo y mi despertar ha sido muy tarde. Supongo que no hay sol sin sombra y para mí era necesario conocer esta amarga noche para descubrir que miraba lo perverso como bueno e ignoraba sus desgracias.


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