Nomad
Al final,
en medio de este inclemente clima, mientras mi vida se esfuma en un charco de
sangre y todo está inmerso en un profundo silencio me visita el terror. En
efecto, ahí fuera hay
tormenta pero aquí dentro hay tormento. Mi
alma solo puede recordar una mal llamada -en mi caso y en el de muchos- vida. Solo una enorme
angustia y un pensamiento recorre esta mente: «¿Por qué tan tarde?» Nunca algo
me causo tanta tortura, ni esta situación, ni el cuerpo mismo que el descubrimiento
de una vida vacía, el poner al descubierto el absurdo en el que viví. Yo, que
nunca me entusiasme por algo ahora con una esperanza asquerosa espero
sobrevivir a este epílogo.
Permítaseme,
viajar al pasado y recordar mi existencia un testimonio de alguien a quien
nunca conocerán pero sin lugar a dudas la historia de muchos. ¿Para qué señalar
una fecha y lugar a la historia que voy a contar? Basta con decir que nací en
una nación dominada por otros en el seno de una familia amorosa de clase alta donde
lo tuve todo, cualquier deseo o necesidad fue saciada casi de inmediato. Nunca
sentí hambre, nunca observé a escondidas en la oscuridad a mis padres llorando,
nunca estuve más de dos días tumbado en la camilla de un hospital, nunca me
preocupé por trabajar. Mis días trascurrían entre anaqueles nutridos de libros,
que otros llaman el universo, y juegos con Lysis en el jardín. Esa era mi
realidad.
Es
evidente que en toda la historia de la humanidad ha estado presente, para bien
o para mal, el sufrimiento y la muerte, mi tiempo no era distinto. La mayoría
de los habitantes perecían a causa de hambre, de explotación y de otra finitud
de problemas ¿Cómo pedir a un hombre que entienda lo que de ninguna manera
conoce y no le interesa indagar, comprender o vivir? Mi realidad era una
burbuja, un idilio sin sombras y sin riesgos ficticio en la que me era
indiferente los otros a los cuales no me unía nada. Ahora eso parece mentira yo
estaba más cerca de una indiferencia absoluta de lo que creía.
En una
ocasión, cuando ya nuestros días se contaban por muchos, mientras caminaba con
Lysis bajo el mar de estrellas me dijo: «Desearía seguir en este caminar juntos
eternamente, te…» Lo cierto es que durante mi existencia, hasta ahora, conocí a
muchas mujeres. Era lo suficientemente atractivo y entendía bien este arte pero
nunca sentí nada trascendental, nada
profundo, más allá de la inclinación sexual, del deseo intenso. Esta no era la
excepción, desde niño la conocía y nunca me atrajo su cuerpo así que le
respondí frívolamente: «Ese caminar juntos no me interesa ni me importa, nada
es para siempre.» Lysis sonrío alegremente y dijo: «Tienes razón.» Y seguimos
caminando. Entendí aquella mascara pero pensé que no era importante que para
mañana nada cambiaría, ella se olvidaría de aquella ilusión y seguiría a mi
lado. Qué ingenuo. En aquel tiempo no la amaba pero por algo que se preparaba
en el silencio de mi corazón quería estar presente en su vida. Aquel mañana fue
igual que ese ayer. Pero la gran suma del tiempo nos distancio y ella hizo su
vida lejos de mí, incluso escuché rumores de un matrimonio. Espero que Lysis
esté bien merece ser feliz.
La
fortuna es cruel y por eventos que quiero olvidar lo perdí todo, mis riquezas,
a mis padres y a ella. Ahora, vagando en las calles buscando que comer y sin
saber ninguna profesión tuve que robar. Escuché un gran sonido y de pronto en
la acera me hundí. Nadie vino a mi auxilio, irónicamente mi yo de antes tampoco
lo hubiera hecho. Ahora lo escucho, es el latido de una batalla. La lucha de mi
cuerpo por sobrevivir. Ya no queda más que aguardar con resignación pues mi
porvenir es la muerte. Lo he perdido todo y mi despertar ha sido muy tarde.
Supongo que no hay sol sin sombra y para mí era necesario conocer esta amarga
noche para descubrir que miraba lo perverso como bueno e ignoraba sus
desgracias.
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