Ir al contenido principal

Quinto Concurso de Cuento Corto: El páramo

 



El páramo va cayendo poco a poco en el olvido como todo lo demás. Fueron pocos los que lo vieron en toda su juventud. En nuestra memoria tratamos de conservar su verdadera forma, pero ella muchas veces se burla y se escabulle, haciendo ver cosas que no son. Hubo varias ocasiones en que fabricamos una descripción otorgándole características que nunca tuvo, mas nuestros padres, que lo tuvieron y sintieron por más tiempo, nos hacían caer en cuenta en nuestro error.


Gracias a este cambio que sufrió el páramo, muchas personas vivieron en angustia, en estrés, en aciago constante. Los infaustos, hablo de nosotros, se nos tildó de egoístas por no abnegarnos de lo que siempre habíamos pensado era nuestro; todo con el fin de beneficiar a otros que supuestamente eran muchos, pero únicamente terminaron siendo unos cuantos. El candor de los niños desapareció a medida que el páramo lo hizo y lo pueril pasó a ellos, los extranjeros: hablaban y se reían sabiendo que tramaban, explicaban mucho mas decían poco, y todo lo que provenía de sus bocas sólo existía en sus cabezas.


Después de que aquellas promesas se disiparan, el agua que llegaba a nuestras casas también lo hizo, nos tocaba viajar largos tramos por ella, por una de sabor a medicamento y falsedad, que se recolectaba en el pueblo de abajo, que es abastecido por un «páramo» artificial. En nuestro pueblo se decía con frecuencia que ni la teratología moderna podía explicar las deformidades y males que pueden provenir de esa tal agua mandada por el mismísimo diablo. Por otro lado, nos ensimismábamos bastante pensando cómo podríamos dar solución para que todo fuera de la forma que solía ser. Escrutamos todas las opciones que personas como nosotros, pobres, lejanas al ojo público, teníamos para cambiar la situación. Nos dimos cuenta de que cualquier esfuerzo que se hiciese era inocuo para dar un cambio el panorama. Ni la sedición del pueblo resolvería algo porque terminaríamos muertos todos dentro del páramo, como los del pueblo de más arriba, todos dentro de la tierra, cuando les arrebataron sus campos.


Mi abuelo siempre decía, teniendo la experiencia del pasado, que esos problemas ya no les atañen a las personas del común cuando se presentan. Decía: «eso es pelear contra el diablo sin la ayuda de Dios, mijo». No se equivocaba, pues nunca se pudo hacer nada con nuestro hogar. Las fuerzas extrínsecas habían llegado a nosotros a desacralizar todo a su paso, comenzando de arriba hacía abajo. Obligando a desplazarse a muchas personas hacia otros lugares del territorio, yendo constantemente en descenso, continuamente juntos, pero desmembrados de lo que se fue y se es: eran un rio sin desembocadura, sin futuro.


Ya han pasado algunos años desde que partimos de nuestro pueblo. Nosotros también tuvimos que descender como almas en pena. Aunque ahora estamos en un ambiente algo familiar. Si es que a esto se le puede llamar familiar. Vivimos cerca de un flujo de agua, igualmente despojado de su naturaleza, sólo que el barro y cieno es remplazado por una brea que destila putrefacción y malestar; en el que en ocasiones vemos siluetas, que en algún momento tuvieron juventud, flotar trémulos, a le vez que gallinazos los atavían con agujero sobre sus pechos. Los que siempre han vivido aquí los llaman «Los del 28». Mientras los veo pasar, me pregunto si así estaríamos flotando nosotros, si nos hubiéramos negado a irnos del páramo, o si a la vez no son nuestras siluetas, pues al igual que ellos hemos sido arrebatados de manera violenta, habitando un agua podrida, siendo despellejados esta vez por ratas.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Concurso Cuento corto: LA NEGRA CARLOTA

LA NEGRA CARLOTA Ahí viene! La negra Carlota que se pasea por la plaza, los chicos se vuelven locos por su cintura y su cadera. Pero mira que no ven lo que lleva por dentro, se siente triste, absolutamente sola, denigrada y sin dignidad aluna. Por qué todos los días, tiene que salir a vender su cuerpo, para poder mantener a sus ocho hijos. MARIA CUENTO

VIII concurso del cuento corto, ¿NO SABES DE SEBAS?

 ¿ NO SABES DE SEBAS? Toda las comodidades posibles su familia le entregó, vistió bonito bajo la luna y fresco bajo el sol, no le gustaba la lluvia y se quejaba del calor; la primera su cabello despeinó, la segunda excesiva transpiración le brindó. Estudió, entrenó y trabajó, pero nada de eso le gustó. Sus parientes le enseñaron lo bueno y lo malo él escogió. Una amistad le presentó la calle y eso sí que le encantó. Conoció una amiga nueva y con ella se quedó, fue un cambio abismal; pasó de su casa a un callejón. La ese se agrandó, ahora se cree un dios, dejó de ver por ojos ajenos y de todo se adueñó. Venía de la nada, pero iba por todo. Las caricias de su madre jamás las aceptó, las de su abuela siempre las ignoró, y los consejos de sus tíos nunca los escuchó. Hasta los quince años de su casa no salió. Si un día quiso aquellos zapatos; mami se los compró Quería estar a la moda; papi lo vistió. Como la e, salió de noche sin saber para dónde fue, vistiendo de negro desde la cabe...

VIII Concurso del cuento corto, SANTA ELENA CITY

Dicen que estoy loco. Algunos se preguntan cómo terminé aquí, pescando en el caño de la galería Santa Elena. Yo les digo que no es ningún caño, que es un río, pero que ellos todavía no lo pueden ver. Se ríen de mí, tomándome como un caso perdido. Qué más da, sigo en lo mío, tratando de pescar alguna rata en este majestuoso río negro que se extiende por toda la ciudad. ¿Que cómo uno termina viviendo a la orilla de un caño, en medio de la basura y de los adictos? Eso es fácil de responder, toda la respuesta radica en que uno se aburre, se cansa, se fastidia de llevar una vida inalterable. Se cansa de las mañanas en las que te levantas y quieres seguir durmiendo, pero sabes que si sigues durmiendo al rato llegarán las llamadas de tu jefe para preguntarte no cómo estás, sino cuánto tardas en llegar. Un ser humano normal se fastidia del día a día, de la lucha por la supervivencia urbana, de los malos tratos entre nosotros mismos, de los horarios, de las metas que tienes por cumplir. Díganme...