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Quinto Concurso de Cuento Corto: La casa de los monstruos.

 


                                                         Por: Sol Path

 

Anne, una niña curiosa, le gustaba tener muchas respuestas a sus preguntas, por si alguna se le perdía en su memoria. Durante las vacaciones que pasaba donde su abuela, llevaba tantos libros que nunca alcanzaba a leer, incluso sabía que llegaría a envejecer leyendo frente al sosiego de un jardín. Le gustaba mirar a su abuela cocinando, sospechando que había algo que ella no le compartía: secretos y sufrimientos. Ambas se miraban con una cómplice compasión y tristeza. Al resto de personas, Anne tenía una mirada esquiva, pasaba de las páginas de su libros a la mirada de su abuela, a las plantas y sus paisajes. Prefería evitar la inquietud de otros ojos que parecían indiferentes a su existencia, o simplemente querían acercarse a ella hasta causarle irritación.

 

Una noche tranquila del pueblo donde estaba, cuando el silencio era en realidad los tenues chillidos de las ranas y grillos, Anne leía con ferviente concentración en el sillón de la sala. De repente comenzó a escuchar un sonido extraño y de repente notó una pequeña bestia saliendo del cajón de un viejo bife de madera. Annie no tuvo miedo al acercarse y encontrar en su tímida mirada a una animalito dispuesta a escucharla. Quizás haya sido la primera vez que podía sentarse con otro ser vivo para hablar de las historias imaginadas, de personajes excéntricos y de hechos remotos casi olvidados.

 

Cuando volvió a su casa en la ciudad, la bestia había ido tras ella. La guardaba en su bolso, ella le había confesado varias intimidades, como que su hogar estaba destrozado, que tuviera cuidado al caminar y lastimarse. Al llegar, la casa estaba cada vez más agrietada. Así que cuando las otras bestias que Anne ya conocía comenzaban a destrozarlo todo ella salía a recoger los pedazos tirados y los guardaba con la esperanza de que algún día pudiese reconstruirla. Pero los monstruos poseían una debilidad. Ella jugaría a esconderse y ellos desesperados comenzarían a buscarla, y cuando la encontraran, incluso parecerían más humanos. Cada vez era más difícil saber dónde esconderse, lástima que era muy grande para caber en un cajón.

 

Sabía que un día les caería la casa en la cabeza, eso quería detener. Ahora que tenía una pequeña bestia bajo su cuidado quería protegerla. Pero sabía que a nadie de la casa iba a gustar y quizás las personas sonrientes de los torcidos cuadros familiares, volvieran a transformarse en monstruos iracundos si vieran a su nueva compañía. No quería regresar de la casa de su abuela. Durante el camino, Anne pensaba en qué espacio reducido esconderse para evitar molestias; su cuarto no era seguro de los gritos y manotazos cuando irritaba a los gigantes.

 

Al llegar, notó una calma sospechosa. La puerta estaba abierta y entró en estado de alerta. Un auto se detiene en frente, ella se timbra de los nervios y se esconde con su bestia en su maletín. Son una pareja de híbridos, mitad bestia, mitad humanos, sus padres. Parecen devorarse con violencia y destruir todo a su paso. Anne sigue escondida tras las cortinas. Observaba las rutinas de sus corrientes peleas. Sabía que no era un buen momento de avisar que había llegado.

 

-¡Paren! Gritó. La pequeña bestia salió huyendo en sus cuatro patas afuera de la casa por el grito de Anne.

 

Uno de ellos la tomó del brazo y el otro cerró la puerta. La pequeña bestia quedó afuera. Las siluetas del juego opaco de luces parecían dos horribles criaturas devorándose a una niña. Los chillidos de los grillos y ranas seguían con naturalidad. La casa era una jaula de bestias y una pequeña criatura su rehén.

 

Entonces la pequeña bestia sintió que debía estar cerca Anne. Quería que ella se convirtiera en su cuidadora. Chilló y ladró, giraba en círculos y seguía ladrando frente a esa puerta cerrada. Una vecina que entendía muy bien el lenguaje de sus mascotas salió de su casa con intriga. No dudo en comprender la inquietud del perro que nunca antes había visto. Conocía quiénes eran sus vecinos, y corrió en seguida para hacer una llamada que rescataría a una ovejita de la boca de unos lobos desquiciados. Al menos, Anne podría volver a visitar a su abuela con Besty, su compañía protectora.



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