Por: Sol Path
Anne, una
niña curiosa, le gustaba tener muchas respuestas a sus preguntas, por si alguna
se le perdía en su memoria. Durante las vacaciones que pasaba donde su abuela,
llevaba tantos libros que nunca alcanzaba a leer, incluso sabía que llegaría a
envejecer leyendo frente al sosiego de un jardín. Le gustaba mirar a su abuela
cocinando, sospechando que había algo que ella no le compartía: secretos y
sufrimientos. Ambas se miraban con una cómplice compasión y tristeza. Al resto
de personas, Anne tenía una mirada esquiva, pasaba de las páginas de su libros
a la mirada de su abuela, a las plantas y sus paisajes. Prefería evitar la
inquietud de otros ojos que parecían indiferentes a su existencia, o
simplemente querían acercarse a ella hasta causarle irritación.
Una noche
tranquila del pueblo donde estaba, cuando el silencio era en realidad los
tenues chillidos de las ranas y grillos, Anne leía con ferviente concentración
en el sillón de la sala. De repente comenzó a escuchar un sonido extraño y de
repente notó una pequeña bestia saliendo del cajón de un viejo bife de madera.
Annie no tuvo miedo al acercarse y encontrar en su tímida mirada a una
animalito dispuesta a escucharla. Quizás haya sido la primera vez que podía sentarse
con otro ser vivo para hablar de las historias imaginadas, de personajes
excéntricos y de hechos remotos casi olvidados.
Cuando
volvió a su casa en la ciudad, la bestia había ido tras ella. La guardaba en su
bolso, ella le había confesado varias intimidades, como que su hogar estaba
destrozado, que tuviera cuidado al caminar y lastimarse. Al llegar, la casa
estaba cada vez más agrietada. Así que cuando las otras bestias que Anne ya
conocía comenzaban a destrozarlo todo ella salía a recoger los pedazos tirados
y los guardaba con la esperanza de que algún día pudiese reconstruirla. Pero
los monstruos poseían una debilidad. Ella jugaría a esconderse y ellos
desesperados comenzarían a buscarla, y cuando la encontraran, incluso
parecerían más humanos. Cada vez era más difícil saber dónde esconderse,
lástima que era muy grande para caber en un cajón.
Sabía que
un día les caería la casa en la cabeza, eso quería detener. Ahora que tenía una
pequeña bestia bajo su cuidado quería protegerla. Pero sabía que a nadie de la
casa iba a gustar y quizás las personas sonrientes de los torcidos cuadros
familiares, volvieran a transformarse en monstruos iracundos si vieran a su
nueva compañía. No quería regresar de la casa de su abuela. Durante el camino,
Anne pensaba en qué espacio reducido esconderse para evitar molestias; su
cuarto no era seguro de los gritos y manotazos cuando irritaba a los gigantes.
Al
llegar, notó una calma sospechosa. La puerta estaba abierta y entró en estado
de alerta. Un auto se detiene en frente, ella se timbra de los nervios y se
esconde con su bestia en su maletín. Son una pareja de híbridos, mitad bestia,
mitad humanos, sus padres. Parecen devorarse con violencia y destruir todo a su
paso. Anne sigue escondida tras las cortinas. Observaba las rutinas de sus
corrientes peleas. Sabía que no era un buen momento de avisar que había
llegado.
-¡Paren!
Gritó. La pequeña bestia salió huyendo en sus cuatro patas afuera de la casa
por el grito de Anne.
Uno de
ellos la tomó del brazo y el otro cerró la puerta. La pequeña bestia quedó
afuera. Las siluetas del juego opaco de luces parecían dos horribles criaturas
devorándose a una niña. Los chillidos de los grillos y ranas seguían con
naturalidad. La casa era una jaula de bestias y una pequeña criatura su rehén.
Entonces
la pequeña bestia sintió que debía estar cerca Anne. Quería que ella se
convirtiera en su cuidadora. Chilló y ladró, giraba en círculos y seguía
ladrando frente a esa puerta cerrada. Una vecina que entendía muy bien el
lenguaje de sus mascotas salió de su casa con intriga. No dudo en comprender la
inquietud del perro que nunca antes había visto. Conocía quiénes eran sus
vecinos, y corrió en seguida para hacer una llamada que rescataría a una
ovejita de la boca de unos lobos desquiciados. Al menos, Anne podría volver a
visitar a su abuela con Besty, su compañía protectora.
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