“ No te preocupes hijo que eso es normal” Es difícil olvidar aquella época de la juventud cuando por instinto comenzamos a enterarnos de las una y mil manifestaciones con que poco a poco el ser humano se va relacionando con los deleites de la carne. Yo era un mozalbete tímido y con una simpatía natural de la región, sin experiencia para sopesar de manera responsable la diferencia entre una relación a la que se le pudiera involucrar sexo y una verdadera amistad. Por aquella temporada conocí a una muchacha de tez morena estatura promedio y un poco abultadita de carnes cuya mirada era cálida y expresiva, su cabellera corta, ensortijada y frondosa y sus labios gruesos, carnosos y sensuales. Posiblemente había transcurrido un mes desde que la viera por primera vez parada en la entrada a su casa en actitud distraída y un día entradas las horas de la noche al pasar frente a ella y tratar de abordarla sonrió tímidamente lo cual me dio valor para acercarme y saludarla cosa q...